Tenía cinco años. Acababa de entrar al colegio y lloraba porque todas las mamás de mis compañeros habían ido a la actuación del día de la madre, todas menos la mía. Desde chiquito he sido bastante nostálgico para ese tipo de cosas. Lloraba sentadito en mi silla y tapándome la cara para que nadie se diera cuenta. En eso siento en algo encima de mis piernas. Era un caramelo. Tito, el niño que estaba sentado a mi costado lo puso ahí.
- Es para ti. Ya no llores. Otro día cuando venga tu mamá, las otras mamis le van a contar que lloraste y se va a poner triste. Come tu caramelo que ya va a acabar la actuación.
Suficiente. Estaba flechado. No me comí el caramelo, lo guardé por mucho tiempo. Es el único recuerdo que tengo de mi estadía en inicial y el primero que tengo de Tito. Durante los seis años de primaria no recuerdo haberle hablado; sin embargo, recuerdo que lo observaba mucho. Era muy delgado, jugaba muy bien al fútbol y le iba mal en todos los cursos menos en matemáticas.
En la secundaria, como siempre, yo era el típico cabrito en formación que maduraba junto a sus 5 divinas amigas, todas regias, envidiadas y obviamente deseadas por todos los chicos, entre ellos el buen Tito, que con el tiempo se había puestos más lindo de lo que era. Él como buen machote no me dirigía la palabra, por lo menos hasta tercero de media en que un cambio radical en el colegio lo ubicó en el mismo salón que yo. Convivíamos los lindos niños futbolistas, el cabrito (yo) y mis queridas amigas. La necesidad nos hizo patas. Él y sus amigos querían con mis amigas y eran concientes que ser buenos conmigo les traería beneficios con mis fieles compañeras. Gracias a eso me convertí en una señorita más, me defendían de cualquier bravucón y a cambio mis amigas salían con ellos de vez en cuando. Yo aprovechaba los conocimientos matemáticos de Tito para cambiarlos por sus tareas de inglés totalmente resueltas o por mis codiciados mapas conceptuales que siempre recibían un 20 en comunicación.
Tito estaba enamorado de mi amiga Rocío. Ella lo sabía y también sabía que me gustaba Tito. Quizá por eso nunca me contó que eran enamorados. Me enteré un mes después cuando los vi besarse en una fiesta. Aunque Rocío era mi amiga, me encargué de manera caleta que Tito viera sus defectos y misteriosamente terminaron por problemas que ella nunca entendió. Para mi mala suerte, a los tres días, Tito nos contó que se enamoró de una vecina. No podía hacer nada, no conocía ningún secreto de esa putita como para convencerlo de que la deje.
Mi mejor recuerdo de Tito llegó en quinto de secundaria. En la clase de electricidad me senté junto a él. Éramos 4 personas hablando de penes en el curso más masculino de la curricúla. La conversación de salió de control y Tito dijo que Pepito quería tomar aire. De repente sacó su pene y lo agitaba mientras todos se reían caleta para que el profe no se diera cuenta. Yo no me reí, tampoco dormí. Había visto a Pepito!!!, mi vida no volvería a ser la misma.
Exactamente un mes después de acabar el colegio encontré a Tito en el messenger. Ya no estudiábamos juntos. Nadie me podía castigar. Podía decirle lo que quisiera.
- Hola.
- Habla, como estas!
- Bien. Que chévere que te encuentro. Quería decirte algo hace tiempo.
- Que???
- No lo vayas a tomar a mal.
- Que???
- No te vayas a molestar.
- Que???
- Tú siempre me has gustado. Desde chiquito. Es más, creo que hasta ahora me gustas.
- Asu.
- Sorry, pero te lo quería decir.
- Chévere.
- Qué es lo chévere?
- No sé. Pero quería decir chévere. No sé que decirte.
- No tienes que decir nada. Me basta saber que estás enterado.
No necesitaba más. Nunca necesité más. Han pasado 7 años y mi querida profesora de danza me invitó a bailar en el colegio para el aniversario. No dije que sí, simplemente le respondí: “No te olvides de llamar a Tito”.
Tito tiene enamorada desde hace 4 años. La conozco, estudió en el colegio en una promoción siguiente a la nuestra. Celebramos el reencuentro y en plena fiesta pelearon por un mensaje que llegó al celular de él. No entendía bien lo que sentía pero sabía que tenía que hacer algo. No fue complicado convencerlo que me acompañara a la cocina. Nos quedamos ahí varias horas. Tantas que su enamorada se molestó y se fue furiosa. Sentí que no había pasado el tiempo. Sentí que recién me había dado el caramelo en la actuación. Sentí que aún le hacía las tareas de inglés. Sentí que Pepito seguía exactamente igual.
- Es para ti. Ya no llores. Otro día cuando venga tu mamá, las otras mamis le van a contar que lloraste y se va a poner triste. Come tu caramelo que ya va a acabar la actuación.
Suficiente. Estaba flechado. No me comí el caramelo, lo guardé por mucho tiempo. Es el único recuerdo que tengo de mi estadía en inicial y el primero que tengo de Tito. Durante los seis años de primaria no recuerdo haberle hablado; sin embargo, recuerdo que lo observaba mucho. Era muy delgado, jugaba muy bien al fútbol y le iba mal en todos los cursos menos en matemáticas.
En la secundaria, como siempre, yo era el típico cabrito en formación que maduraba junto a sus 5 divinas amigas, todas regias, envidiadas y obviamente deseadas por todos los chicos, entre ellos el buen Tito, que con el tiempo se había puestos más lindo de lo que era. Él como buen machote no me dirigía la palabra, por lo menos hasta tercero de media en que un cambio radical en el colegio lo ubicó en el mismo salón que yo. Convivíamos los lindos niños futbolistas, el cabrito (yo) y mis queridas amigas. La necesidad nos hizo patas. Él y sus amigos querían con mis amigas y eran concientes que ser buenos conmigo les traería beneficios con mis fieles compañeras. Gracias a eso me convertí en una señorita más, me defendían de cualquier bravucón y a cambio mis amigas salían con ellos de vez en cuando. Yo aprovechaba los conocimientos matemáticos de Tito para cambiarlos por sus tareas de inglés totalmente resueltas o por mis codiciados mapas conceptuales que siempre recibían un 20 en comunicación.
Tito estaba enamorado de mi amiga Rocío. Ella lo sabía y también sabía que me gustaba Tito. Quizá por eso nunca me contó que eran enamorados. Me enteré un mes después cuando los vi besarse en una fiesta. Aunque Rocío era mi amiga, me encargué de manera caleta que Tito viera sus defectos y misteriosamente terminaron por problemas que ella nunca entendió. Para mi mala suerte, a los tres días, Tito nos contó que se enamoró de una vecina. No podía hacer nada, no conocía ningún secreto de esa putita como para convencerlo de que la deje.
Mi mejor recuerdo de Tito llegó en quinto de secundaria. En la clase de electricidad me senté junto a él. Éramos 4 personas hablando de penes en el curso más masculino de la curricúla. La conversación de salió de control y Tito dijo que Pepito quería tomar aire. De repente sacó su pene y lo agitaba mientras todos se reían caleta para que el profe no se diera cuenta. Yo no me reí, tampoco dormí. Había visto a Pepito!!!, mi vida no volvería a ser la misma.
Exactamente un mes después de acabar el colegio encontré a Tito en el messenger. Ya no estudiábamos juntos. Nadie me podía castigar. Podía decirle lo que quisiera.
- Hola.
- Habla, como estas!
- Bien. Que chévere que te encuentro. Quería decirte algo hace tiempo.
- Que???
- No lo vayas a tomar a mal.
- Que???
- No te vayas a molestar.
- Que???
- Tú siempre me has gustado. Desde chiquito. Es más, creo que hasta ahora me gustas.
- Asu.
- Sorry, pero te lo quería decir.
- Chévere.
- Qué es lo chévere?
- No sé. Pero quería decir chévere. No sé que decirte.
- No tienes que decir nada. Me basta saber que estás enterado.
No necesitaba más. Nunca necesité más. Han pasado 7 años y mi querida profesora de danza me invitó a bailar en el colegio para el aniversario. No dije que sí, simplemente le respondí: “No te olvides de llamar a Tito”.
Tito tiene enamorada desde hace 4 años. La conozco, estudió en el colegio en una promoción siguiente a la nuestra. Celebramos el reencuentro y en plena fiesta pelearon por un mensaje que llegó al celular de él. No entendía bien lo que sentía pero sabía que tenía que hacer algo. No fue complicado convencerlo que me acompañara a la cocina. Nos quedamos ahí varias horas. Tantas que su enamorada se molestó y se fue furiosa. Sentí que no había pasado el tiempo. Sentí que recién me había dado el caramelo en la actuación. Sentí que aún le hacía las tareas de inglés. Sentí que Pepito seguía exactamente igual.
osea...lo sentiste o no lo sentiste? aggggggggggg que fuerte¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarNo me puedo aguantarrrrrr.... oe a mi tmb me gusto Tito en algun momento en la secundaria, y fuimos varias, Olga, te acuerdas??? si te conte creo,en el tiempo en que estaba con una federica de mi movilidad!! no es Mirella x siaka ah!!! jajajaja osea soy una de las divinas y todos kerian conmigo ??? jajajaja te veo en el face me muero de la riiiiiiiiisa .... ay Pepito!!!!
ResponderEliminarLo del caramelo me recordoo a lo del lapiz de Maria en "15 minutos" de paulo cohelo! estuvo chever!
ResponderEliminarmientras leia recordaba el cole y hahahah electricidad pues y nosotras costura o algo asi.
ResponderEliminarCreo saber kien es Tito y nunca conoci a Pepito hahahha me mori con la historia.
Facil no te acuerdas de mi pero Heliana si u.u
Saludos!
me gustó! =)
ResponderEliminarBuenaso...
ResponderEliminarMe gusto !